lunes, 24 de abril de 2017

Joss: "la mujer pequeña con gran espíritu" Parte II: así en el maratón como en la vida...

Todo iba bien en el maratón de Tokio con una experiencia única por el ambiente zen y al mismo tiempo el ambiente loco de Japón. Silencio y meditación. Ruido y comics corriendo conmigo, pero empezó la distracción temporal al no ver entre el público a mi entusiasta Mamá y sólo ver a mi marido... y también empezaron los dolores pasando el km 26... con un tramo de más de 10 kms de pendientes y bajadas cortas pero constantes que retaron mi mejor técnica. Dominé la mente y las piernas pero confieso que me acerqué por lo menos tres momentos a gente del público que amablemente ofrecía consuelo a los corredores llevando su propio spray para el dolor muscular. Pedía que me rociaran spray encima de mi pantalón en mi rodilla; pedía que me pusieran por detrás. No recuerdo si intenté hablarles en español, inglés o si usé mi poco vocabulario que había aprendido meses antes. Sólo sé que el dolor era cada vez más intenso y que ellos con compasión trataban de ayudarme. Yo seguía corriendo. Buscaba algo que me quitara esos dolores y me permitiera avanzar. El spray dio resultado; el "mindfulness" dio resultado, seguí corriendo.

Kilómetros más adelante empecé a sentir como si me estuvieran rebanando con un cuchillo el penultimo dedo del pie derecho y mentalmente me puse a repasar posibles opciones: "debe ser el calcetín" me dije. Me molestaba mucho, el dolor: intenso. Nuevamente un diálogo interno en donde el dolor ganó la batalla mental y donde regalé a mi dolor 4 segundos haciendo alto total para presionar mi tennis hacia el talón.... 

A seguir corriendo. El dolor cedió un poco. Sigo avanzando, sigo intentando abrir bien los ojos y captar cada rostro, cada templo, cada calle, cada situación inusual, peró mas adelante un estallido y humedad en el dedo que dolía. Sabía que ya era de sangre. Ni modo. Así es el maratón, así es la vida. Fatigada, adolorida y herida pero estaba de pie y corriendo. Se sufre pero no te mueres. Así que a seguirle. Avanzo más y más al paso más rápido que mis dolores me permiten. Unos kms después otro estallido de sangre ahora en un dedito de la pierna izquierda. ¡Así es la vida! ¡Pero estoy en el maratón de Tokio! No importa nada, solo llegar. 

Cuando pasé el km 30 que veo nuevamente a mi marido, ¡ qué alegría poderlo encontrar en un segundo entre miles de espectadores! Vuelve el ánimo, vuelve la fuerza. Ahora pensé: " son sólo 5k y luego 7k" ¿para qué? para no pensar que pensaban 12 largos kms! Y ahi empezó el último y más doloroso tramo...