Washington, 23 jul (EFE).- La Convención Nacional Demócrata que se celebra en Filadelfia la próxima semana tendrá como hito nominar a la primera mujer candidata a la Casa Blanca, aunque las féminas también fueron las protagonistas en ediciones anteriores, marcando un antes y un después para el partido y para el país.
La historia de las convenciones demócratas se remonta a 1832, cuando se celebró en Baltimore la primera del partido, conocido entonces como "Delegados Republicanos de Varios Estados", hasta que ese mismo año se adoptó oficialmente el nombre de Partido Demócrata.
La estructura para elegir a los nominados presidenciales comenzaba a tomar forma, no sin tropiezos, y aunque hubo pocas convenciones a lo largo del siglo XIX, si alguna destaca fue la que se celebró en 1860, cuando irrumpió el debate sobre la prohibición de la esclavitud que hizo que el cónclave concluyera sin líder electo.
Pero las mujeres tardaron menos de un siglo en empezar su particular batalla hacia el reconocimiento político, y la convención celebrada en 1900 en Kansas City (Misuri) recibió a la primera mujer delegada, Elizabeth Cohen, representante del estado de Utah y reconocida por su activismo para lograr el sufragio femenino.
Durante aquellas primeras décadas de andadura, los nominados esperaban en su casa y conocían la decisión de los compromisarios días, e incluso semanas, más tarde, pero con el desarrollo de los medios de comunicación y las infraestructuras aquello cambió en 1932 con Franklin D. Roosevelt, en medio de la Gran Depresión.
Quien fuera el estandarte del "New Deal", viajó desde Nueva York a Chicago, donde se reunían los demócratas, para dar el primer discurso de aceptación, y así impulsar su plan de recuperación tras la I Guerra Mundial y el "crack del 29".
En 1964, otro rostro de mujer irrumpió en la convención demócrata alzando la voz del movimiento negro y pro derechos civiles, Fannie Lou Hamer, quien encabezó una delegación "prohibida" para el cónclave, ya que su estado, con un gran porcentaje de población negra, estaba representado solo por blancos.
La activista afroamericana subió inesperadamente al escenario principal de la convención que se celebraba en Atlantic City (Nueva Jersey) para protestar por el rechazo del Comité de Credenciales de la Convención a su delegación, el Partido Demócrata Libertad de Misisipi, resaltando así los desafíos que enfrentaban los negros en ese estado, incluyendo el derecho al voto.
Aquel gesto, unido a las marchas pro derechos civiles y la fuerte demanda de la comunidad afroamericana en aquella época, llevaron al Partido Demócrata a adoptar nuevas normas para exigir representación equitativa de las delegaciones estatales en la convención nacional del partido.
Apenas ocho años más tarde, en 1972, la primera mujer afroamericana en llegar al Congreso de Estados Unidos, Shirley Chisholm, se convirtió también en la primera mujer en la historia en presentarse a la candidatura demócrata a la Casa Blanca, así como en la primera aspirante de esa minoría, hombre o mujer, de uno de los dos grandes partidos.
Una auténtica pionera en romper "el techo de cristal".
Sin embargo, sus intenciones se frustraron durante la convención demócrata celebrada ese año en Miami Beach (Florida), donde fue nominado George McGovern, pero dando un paso fundamental tanto para las mujeres como para los afroamericanos.
La convención de 1984, en San Francisco, fue la primera en la que los conocidos superdelegados (cargos electos y orgánicos del partido que pueden apoyar al aspirante que ellos consideren) entraron en escena, pero también supuso otro avance para la mujer en la política estadounidense, al escenificar el nombramiento de la primera mujer aspirante a la Vicepresidencia.
La entonces congresista por Nueva York Geraldine Ferraro acompañó al candidato demócrata a la Presidencia del país de aquel ciclo electoral, Walter Mondale, en su campaña presidencial, dando uno de los discursos más memorables en la historia reciente de Estados Unidos.
En su discurso en la convención, Ferraro representó desde aquel atril en California tanto a las mujeres como a los inmigrantes radicados en suelo estadounidense, dado su origen italiano, y conmovió a muchos de los asistentes, que no pudieron evitar las lágrimas. México :: América