lunes, 5 de junio de 2017

Joss: "la mujer pequeña con gran espíritu" ULTIMA PARTE: El final

Cuando pasé el km 30 pensé estratégicamente: “son solo 5kms y luego 7kms” ¿para qué? Te preguntarás. Pues ¡para no pensar que todavía faltaban otros 12 largos kms y que ya estaba absolutamente cansada!

Pero no sabía que esos kilómetros no eran de un tramo recto, sino una "U" en donde parecía que para ganar la gran medalla del maratón estabas en la prueba final de ver sufrir, llorar y caer a los participantes en la batalla final. Un gran reto psicológico. Un reto a la voluntad del más fuerte. Pues así como en la vida, viendo a otros desistir, te contagian y piensas ¿Para qué seguir? ¿Para qué correr? ¿Por qué seguir sufriendo? Y también la cabeza se fue al otro extremo “ya van muchísimos adelante mío y yo no puedo más”. En el maratón como en la vida, o haces caso a los “demonios” o sacas el último aliento y sigues.

Saqué mis reservas de fuerza y seguí a pesar del intenso dolor. Intenté concentrarme en el momento: recordar todas las caras de las personas que veía; recordar lo que gritaban; tratar de saludar a quien me saludara. Constantemente tenía que reenfocarme, pues el dolor era intenso ya en ambas piernas. Muchos corredores se fueron parando frente a mí y algunos lloraban. Otros se tiraban al piso y se notaba su dolor y frustración. ¡Imagínate la escena! 

Sentía que corría lentísimo y entonces los pensamientos en un "cocktail de emociones" que iban y venían. Me dije: “Abre bien los ojos Joss, escucha, trata de grabarte en la mente cada segundo pues este momento se esfuma. Nunca va a repetirse el 26 de febrero de 2017, nunca va repetirse este día, este minuto, este segundo”... y así fui con un reto total ya más mental que físico (pues físicamente el cuerpo gritaba “paremos, terminemos ya esta tortura”) ¿Alguna vez te ha pasado en situaciones complejas de tu vida que te enfrentas a duras decisiones en donde piensas que no puedes más y de alguna manera sacas fuerzas? Pues así es un maratón.

Concentración al máximo, dolor al máximo. Mi mantra y repetición en esos kms fue: "estoy fuerte, el dolor es soportable lo termino porque lo termino no importando la hora! " y así hasta el km 39 o 40. De repente alzo la vista buscando apoyo y consuelo entre los asistentes y veo un letrero conocido: “¡Es el letrero que mandó mi hermano!¡ahí está mi Mamá! Ella gritaba y saltaba “vamos Joss” con todas sus fuerzas, y ¿qué te puedo decir? ¡Energía pura! La fuerte de energía se trasmite de tus seres queridos. No sé cómo pero hice mi máximo esfuerzo por acelerar a como pude, con el dolor “a flor de piel”. 

Finalmente el penúltimo kilómetro. Dimos vuelta para en una calle frente a Tokio Station hacia los jardines del Palacio Imperial. De repente, nuevamente como en un cuento de grandes guerreros, un ruido intenso y una multitud en una calle estrecha. Porras en Japonés, inglés, portugués, español y en cuanto lenguaje te imagines. ¡Ruido y furor al máximo! Que placer! Qué dolor! pero ¿y la meta? alzaba la cabeza para intentar verla entre los competidores y ¡no estaba la meta! En unos segundos muchas preguntas me invadieron: ¿será que vi mal y todavía faltan más kilómetros? ¿Será que me equivoqué? ¿Estaré soñando? Imagínate la confusión. En absolutamente todos mis maratones, carreras y triatlones SIEMPRE hay una gran meta con un arco…Y ¿porqué necesitaba ver la meta? Porque esa es la señal de dar ahora sí el ultimísimo suspiro de energía! 

Y del ruido y multitud, de manera inesperada, otra vez al silencio…Unas paredes blancas cubrían a los costados. No había espectadores. No había arco. En el último tramo de las cosas más importantes, eres tú y tu capacidad. Eres tú y tus demonios. Segundos larguísimos. A lo lejos vi algo como unos pilares altos y dudosamente pensé "ahí es" Y al comenzar a acelerar, ¡Me doy cuenta que en ese instante había cruzado el final del maratón! Volteo abajo y veo unos marcadores de tiempo en forma de tapetes azules. 

Estaba confundida. Mi cuerpo estaba temblando un poco.Veía a varios reír, llorar. Sí, ¡había culminado el maratón! Levanté los brazos al cielo y después de 4:27hrs me di la libertad de sentir y "abrazar" todos los dolores a todo lo que daba. Ahora sí, me di la tremenda libertad de caminar lento... ¡qué placer! ¡Qué locura! ¡Cómo valoré el poder ir lento!

Y para que la culminación fuera memorable: más de 2kms de caminata para recibir la medalla y los suplementos para reponerse. Decidí darme " el lujo" de acostarme, estirar un poco y disfrutar del sol. ¿Alguna vez has sentido ese enorme placer por las cosas más simples y mundanas de la vida? Pues correr 42kms te lleva a valorar las grandes pequeñeces. Ahí terminó la etapa de "corredora que busca terminar el maratón de Tokio" y comenzó la etapa de "Tokio finisher 2017". Era como si hubiera un libro gigante de vida que pasara de una página a otra.

Poco a poco fui caminando hasta el primer puesto en donde amablemente nos dieron una toalla que orgullosamente decía "FINISHER Tokio Marathon". Qué placer siente dejarse consentir por esos voluntarios que nos ponían cariñosamente la toalla en la espalda y nos decían "congratulations" con su mejor pronunciación. Da tu cariño a quien veas que lo necesita y será altamente apreciado, como yo lo aprecié muchísimo en el maratón. 

Seguimos caminando, y caminando. Luego nos dieron un agua. Qué placer tomar agua en tragos pausados, y no como en el maratón, donde te atragantas y mojas todo. Seguimos caminando. Una bolsa con alimentos simples que me pareció lo más sabroso de la vida. Y seguimos caminando. A esas alturas ya me empezaba a preguntar ¡cuándo me darían mi medalla! Porque así pasa en la vida, a veces queremos apresurar todo e ir rápido... pero ¿para qué? Ya estaba en "la nueva página de mi vida". 

Entonces llegó el momento de re corresponder a la cortesía japonesa con una reverencia y de aceptar orgullosamente mi medalla del maratón de Tokio. Le di un gran beso, voltee al cielo para dar gracias a Dios y dar gracias a todos los que sé que me acompañaron de una manera u otra no sólo en el momento culminante del maratón, sino en los meses previos de grandes desafíos personales y profesionales. Y lo mejor, el momento de abrazar a mi familia, quienes ansiosos y preocupados me y respiraron aliviados por saberme bien y con mi medalla.

Así se vive un maratón. Así se sufre un maratón. Experiencias únicas que forjan el carácter y ayudan a pensar lo valioso que es vivir, lo grandioso que es utilizar el regalo de la vida. Las cosas simples como caminar, correr, sudar, llorar, sentir dolor, sentir placer, son únicas y valen más que mil cosas. Y a ti te pregunto: si la vida te regaló tus dones, ¿cuándo será el momento de aprovecharlos? 

Gracias a la vida por esta experiencia inolvidable! Gracias a ti por revivir conmigo esta historia. Ahora estoy aplicando lo aprendido en Japón sobre el orgullo de su comunidad, cuidado de la naturaleza, orden, limpieza. En abril “adoptamos” unos arbolitos fuera de mi casa y religiosamente estamos cuidándolos cada semana. Espero que mi humilde experiencia te ayude, te empodere, saque tus talentos ocultos o que te haya sacado una sonrisa. Hasta el siguiente maratón. Hasta la siguiente experiencia de vida. ¡Gracias!


Contacto: jossgcardiel@gmail.com